Este será
el post número 850 del blog. Y podría titularse
"La paradoja del Papá Bloguero vol. II". Sé que hay algunas de esas más de ochocientas cincuenta entradas que consisten tan solo en una foto, y que llevo mas de trescientos
#vdln –y en algunos doy me rienda suelta con textos y temas que me gustan–. También soy consciente de que los post de hace ya
cerca de ocho años no se parecen en mucho a los que pude escribir con cierto éxito en
2016,
2017,
2018, o en los que saco ahora con
cuentagotas. Pero lo cierto es que son más de 850 entradas. Y la
paternidad y la
crianza dan para mucho, pero los límites se estrechan con
los años.
Hay vida más allá de los seis, leo de vez en cuando...
Llega un momento en el que han pasado
tantas cosas, he contado tantas ideas y episodios, que se vuelve complicado seguir contando
mi paternidad. Sobre todo si, como he repetido tantas veces, este es un blog específicamente
personal. Una hija y un hijo con
ocho años, y ocho años de blog. La paradoja del
papá bloguero es recurrente, y nunca desaparece. Nunca hay tiempo para repensar el día a día, para ponerme a pensar, a rumiar, a
escribir. Creo que por esa razón recurro tanto a
Papá Ñoño.
•
#PapáÑoño no es una sección del blog, pero a los que me leéis o me seguís en redes ya os sonará. Lo reivindico y hablo de él en este
podcast de @Madresfera. Muchas de las entradas que reciben más afecto y comentarios son siempre las que escribo vomitando
sentimientos. Nunca fue una pretensión, ni estuvo en ningún plan, pero entre las lecciones que he ido aprendiendo, está la de los lastres que los hombres llevamos en nuestras
mochilas. Haber sido educados en otro tiempo y con otra mentalidad nos ha dificultado abrirnos, llorar las penas y agobios, y disfrutar plenamente las alegrías y simplezas. Y con el paso de estos años y estas lecciones, he ido reivindicando
mi derecho a ponerme sensible, a expresar mis sentimientos. Es uno de
los caminos que muchos hombres tenemos aún que recorrer.
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La
Maestra-Jedi y yo siempre hemos preservado la identidad de los pequeños y
protegemos su intimidad, por principios. Y ya no son aquellos
bebés tiernos, que cualquier detalle nos sacaba una sonrisa. Ahora que los peques ya tienen
ocho años, cuesta ponerse a contar sus vidas y sus avances. Ya tienen claro sus preferencias, sus gustos, sus ideas, y hasta algunos de sus defectos.
Son personas plenas. Y contar su
intimidad ya no parece tan adecuado. Mi amiga
Marisa lo ha comentado siempre, y no puedo dejar de darle la razón, como con casi todo.
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Al final quizás todo esto quede reducido a un
recopilatorio de experiencias –que no es poco– o a una serie de momentos únicos y disparates con frases y ocurrencias. La crianza y la
primera infancia ya van pasando, pero cada día nos quedan situaciones como éstas del pequeño
Javi. Algunas los puedo vivir en directo, otras me los va contando la
Maestra-Jedi por el móvil. Es lo que tiene organizarse y criar por turnos,
la mentira de la conciliación.
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Javier:
"–Mami, la lotería es como una Estafa Piramidal, ¿no?". O cómo los
Teen Titans Go! pueden explicar tantas cosas.
Javi y la pirámide alimentaria:
–"Yo soy omnívoro porque soy carnívoro y herbívoro, pero más carnívoro porque me gusta el pollo y el pescado, pero de herbívoros solo me gusta el pistacho".
Y más sobre la dieta especial de Javi, o sobre su plato favorito, los
huevos fritos:
–"Claro, es que el huevo puede evolucionar a pollito, y entonces no me lo comería porque es muy mono, pero también puede evolucionar a huevo frito, que entonces sí me lo como". La mente de un niño puede ser maravillosa.
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Quizás los temas más sesudos del blog ya no dan para tanto, y ya hemos hablado largo y tendido sobre ellos, pero
momentos como estos con Javi y Ana no nos faltan, y siempre dan para volver a contar nuestra vida de padres o recurrir de nuevo a
#PapáÑoño. Como decía el año pasado, al
Día del Padre le sigue el
Día Internacional de la Felicidad. Por algo será. Todo tiene
fecha de caducidad, o fecha de consumo preferente, pero hay vida más allá de los
ocho. Y aquí la seguiremos compartiendo, aunque sea más de vez en cuando.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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Por un momento pense que sonaba a despedida. Claro que hay vida mas alla de los 8 años y seguro que hay muchas mas aventuras que relatar. Papa Ñoño se merece su rincon, un rincon que recoja toda y cada una de las emociones que deben ser expresadas. Todos cambiamos con el tiempo y nuestra manera de expresarnos tambien. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarBueno, el tema iba por ahí. Empecé por el título, hace un tiempo, y luego fui madurando el texto. Papá Ñoño empezó en su rinconcito, pero es parte fundamental del blog. De las más importantes. Y reivindico que los padres hombres nos pongamos ñoños siempre que podamos y queramos ;)
EliminarBesos :-*
Lo mismo digo, cuando empecé a leer me sonaba a despedida, menos mal que no es así. Me encanta lo del Papá Ñoño porque que creo que los papis también deberían poder expresar sus pensamientos y sentimientos y ponerse todo lo ñoños que queráis. Seguiremos leyendo tu blog y viendo como avanza la vida después de los 8 años. Un abrazo
ResponderEliminarGracias! Los padres podemos y debemos. Esto también forma parte del cambio y del camino hacia la corresponsabilidad y más igualdad. En la crianza y en todo lo que supone y le sigue.
EliminarNo debe ser fácil lidiar con dos fierecillas de 8, ya con sus ideas, sus pataletas con más o menos sentido y su carácter.
ResponderEliminarNunca nadie dijo que fuera fácil! 😅
EliminarPero sí, lidiar con mellizos, en cada etapa y cada edad, es todo un reto ;)
Yo es que tengo un papá ñoño en casa y estoy acostumbrada jeje. Pero es verdad que los hombres se hacen de rogar con los sentimientos. Y por supuesto que hay vida más allá de los ocho, pero es verdad que se van haciendo mayores y ya tienen sus gustos y deciden lo que quieren y ya no podemos estar contando cada cosa que les pase.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bravo por ese PapáÑoño! ;) Que se haga un blog! xD
EliminarEstoy contigo en lo que dices, llegada cierta edad se hace extraño contar según qué intimidades... El mío también es preadolescente y hay que mantener según qué cosas al margen. Y ya no son tan niños como para contar monerías 😄 Pero ya te digo yo que estas edades dan para mucho! Porque están terminando de encajar las piezas para establecer su comprensión del mundo. Un abrazo y por muchos post más!! 😘
ResponderEliminarY tanto que dan para mucho! Lo malo es que ya son ellos los que no quieren que lo cuente! xDDD
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