Ser
mayores. Ser grandes con apenas siete años. Mayores para unas cosas y pequeños para otras. Un día estás recogiendo con
Luke sus
dinosaurios de la bañera o los Lego Duplo esparcidos por el suelo del cuarto, y al rato estás repasando con él las
restas con llevadas o la
tabla del 2 para el cole. Ves cómo prefiere casi siempre la compañía de
niños más pequeños que él, o con qué mino juega con
su prima Ceci, a la que dobla en peso, ejerciendo de
primo mayor. O flipas con lo que le gusta tratar con los
bebés. O descubrir que tras meses de normalidad, vuelve a
venirse a nuestra cama casi cada noche. Tener siete años debe ser complicado.
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A mi edad, en plena
tercera juventud, aún me encuentro con contradicciones y relojes internos atrasados. En parte, por mero
contagio. Estos siete años con los
mellizos en la Academia-Jedi por fuerza le tienen que dejar a uno secuelas. Pero también te da una perspectiva distinta del tiempo y de las
pautas. Nos empeñamos en que los peques sigan avanzando, dando pasos y abandonando su brillo infantil. Somos así de imbéciles. Queremos que se comporten como
aprendices de adultos, que sepan desenvolverse con soltura, que tengan independencia y personalidad, que sigan nuestro ritmo, a veces incluso
que no molesten. Un concepto abstracto y dañino de perfección. Y solo en ocasiones nos damos cuenta de que con
siete años, los que deberíamos acompañarlos a su paso
somos nosotros.
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Y la realidad, como siempre,
te desarma. Una realidad con el pelo castaño,
veintipico kilos, y la
sonrisa floja. Algo tan simple como despertarse de madrugada porque
Luke ha vuelto a meterse una noche más
en nuestra cama.
–¿Qué te pasa, cariño? –Tengo frío. Quiero contigo. Y ya está. Te agarra la mano –la de la
Maestra-Jedi– y ya está
dormido. Una simpleza que no admite contestación. Otra racha, una más. Te preguntas
por qué, tras tantos meses. ¿No será que tiene
apenas siete años?
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Ya con la hora de los desayunos y el cole encima, intento mentalizarme para el
zafarrancho, y me cuesta sacarlo de la cama. Y no por los
veintipico kilos. El tamaño importa, es como un muñeco enorme. En realidad lo que me cuesta es no quedarme allí con él,
cinco minutos más, media mañana más. Mientras tomo fuerzas para arrancar, pienso;
tener siete años debe ser complicado.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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Todas las edades son complicadas. acuéstate un ratito más, te doy permiso
ResponderEliminarSí, y cada edad tiene sus problemas... Yo con una siestita de vez en cuando me conformo ;)
EliminarTenemos, a veces, mucha prisa en que crezcan y sean más adultos cada día. Cuando lo que deberíamos es hacerle disfrutar cada día de ser niños. Y nosotros disfrutar de que aún lo sean. El mio con 10 años aun se mete con nosotros en la cama, es lógico: entre dormir solo o dormir entre papi y mami no hay color!
ResponderEliminarDisfrutar y hacerles/dejarles disfrutar a ellos, disfrutar todos! ;) Ojalá pudiéramos!
EliminarWe want them to behave like adult students who can easily develop, have autonomy but for this we need to try very hard.
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