Mi
Peter Pan tiene ya 46 años. Posiblemente lo recordaréis por una de mis últimas
confesiones. En realidad son treinta y nueve más siete, recién cumplidos. Los siete años son los que tiene
Campanilla.
"Ahora había otra luz en la habitación, mil veces más brillante que las lamparillas y en el tiempo que hemos tardado en decirlo, ya ha estado en todos los cajones del cuarto de los niños, buscando la sombra de Peter, ha revuelto el armario y ha sacado todos los bolsillos. En realidad no era una luz: creaba esta luminosidad porque volaba de un lado a otro a gran velocidad, pero cuando se detenía un segundo se veía que era un hada, de apenas un palmo de altura, pero todavía en etapa de crecimiento."
Campanilla y su polvo de hadas. Una tarde, mientras yo estaba en el trabajo, mi pequeña
Leia escribió esta mini-redacción sobre mí en uno de sus cuadernos de actividades del cole. Y la
Maestra-Jedi me lo envió para que volviera a
Nunca Jamás,
“en la segunda estrella a la derecha, todo recto hasta el mañana”.
"Se llama Jose Mª, es bajo, su pelo es negro, le gusta jugar conmigo y con mi hermano, le gusta estar con su familia. Es muy alegre, es mi padre, le quiero muchísimo, y jugamos a muchísimas cosas: a Diamoniak, Rhino Hero, la Torre Encantada... y dibujar, pintar. Le gusta Star Wars y esas cosas."
Campanilla es ese personaje mágico que hace cosas insospechadas, por amor, o por celos, por impulsos, o por simple placer o por necesidad de
hacer felices a los demás. Capaz de hacer las cosas sin pensar, o de decir aquello que deberíamos callar. Es la que se enfada y se irrita cuando los adultos
olvidamos Nunca Jamás.
•
La
sombra de mi
Peter Pan y el
tic tac del reloj que trae el cocodrilo en su barriga
siguen ahí, el tiempo corre. Decía
mi amiga Juls que la mejor inversión eran los abrazos que le daba a sus peques. A esa ecuación con valor de ley yo añado más factores –y seguro que ella también–. Sigo jugando al
pilla-pilla con mi sombra, aunque tenga que revolver los cajones y armarios. Aunque mi pelo negro ya tenga muchas canas, sigo buscando estar con la familia, y ser muy alegre, sigo jugando a muchísimas cosas, a juegos nuevos y antiguos, sigo dibujando, pintando. Los niños que fuimos
también siguen ahí.
•
A veces una pequeña luz,
de apenas un palmo de altura, es el más potente e infalible de los
faros.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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