La
mejor media hora en bastante tiempo,
Luke. Es lo que duró el trayecto de vuelta en autocar desde el
Castillo de Niebla hasta tu cole. No es que tengamos pocos buenos ratos, los tenemos constantemente, nos divertimos mucho. Pero el miércoles pasado, esa media horita, fue
genial.
Ese miércoles tocaba
excursión, y cada niño o niña del cole tenía que ir acompañado por uno de sus padres. Así que yo era de los pocos –por no decir el único– que llegó al centro con un peque de cada mano. Y sonriendo de oreja a oreja. La mañana había empezado con cierta tensión, porque había que llevaros con el
disfraz de caballero que la
Maestra-Jedi había hecho para vosotros, y ya sabemos lo poco –o nada– que te gusta disfrazarte. Pero después de tanto tiempo hablando de la excursión y el castillo, nos llevamos la primera sorpresa del día: disfraz puesto, y corona bien colocada en la cabeza. Primera prueba
superada.
El resto de la mañana la pasamos subiendo a las
murallas, bajando a las
mazmorras, y buscando las
letrinas que tantas ganas de ver tenía tu hermana
Leia. Nos tomamos juntos la
merienda, nos hicimos fotos, y recorrimos el patio y los pasillos con ojos de asombro y
curiosidad. Siempre de la mano. Allí estaban todos vuestros compis del cole, vuestros amigos, pero no me soltasteis ni un momento, no me fuera a perder. Toda la mañana
juntos, con los mejores
cuidadores del mundo.
El trayecto de ida íbamos los tres sentados
juntos, un poco dormidos aún al fondo del bus, pero en el de vuelta tu hermana tuvo que sentarse delante, con tu
seño, porque no había sitio libre. Yo estaba un pelín mosca por eso, pero en esa media hora de trayecto me hiciste
olvidarlo todo.
Leia estaba bien, jugando al
Veo Veo.
Media hora de trayecto por delante. Y tú y yo empezamos a charlar, a
jugar, a reírnos, a cantar, a hacernos fotos de
#facepalms. No sé cuántos coches nos adelantaban o adelantábamos, ya llevabas tú la cuenta. Creo que hasta algún adulto nos miraba extrañado. Al rato se unieron al juego y las risas dos niñas de tu clase que se sentaban delante nuestra, y luego otro amigo más que iba detrás. Y luego otro más. Te vi reirte con tus compis, y conmigo, todos juntos. Te llamaban
a voces, chillabais, os perseguíais, yo siempre en medio,
pilla-pilla,
cara de tortilla, más chillidos y más risas flojas. Tu cara y tu risa eran impagables. Imagino que
la mía también. Y yo que tanto me preocupaba de que te estaba costando un poco
integrarte en el cole nuevo. Que sabía que no te gusta del todo eso de participar en clase, y te costaba
soltarte al llegar a tu aula. Que durante los primeros meses tenía que buscarte un amigo como
Rayo McQueen o un dinoraurio para que te acompañara cada mañana.
Se me olvidó
todo. Ni tareas, ni la hora de la comida, ni preocupaciones. Estaba siendo
testigo de algo genial. Con mis propios ojos, y
participando del momento, de esa
media hora. Eras un niño, comportándote como un niño, siendo un niño. Y
feliz. Mi niño feliz.
Se me han saltado las lágrimas. Menudo día genial, tenemos que atesorar esos momentos para cuando crezcan, revivirlos una y otra vez.
ResponderEliminarUn besote a tod@s!!!!
Si, un día buenísimo, ya te digo, de los mejores ratos que pasé con él. Más que nada porque espanté muchos agobios y muchos pensamientos negativos.
EliminarQué ganas tenía de verte por aquí! ;)
Tengo que decirte dos cosas que saco leyéndote hoy:
ResponderEliminarLa primera, ¡qué maravilloso es este mundo! que maravilla que a través de una pequeña ventana de nuestras vidas como lo puede ser un blog se transmitan tantísimas emociones y sentimientos en unas cuantas lineas ¡me ha encantado ser participe de este momento de felicidad para ti y tu pequeño Luke! ¡GRACIAS POR COMPARTIRLO!
La segunda, a veces, los padres nos preocupamos en exceso de como nuestros hijos puedan afrontar las nuevas situaciones que les toca vivir y bastan minutos como estos que nos cuentas para comprobarlo. Cuando Rober (mi mayor que hoy tiene 13 años) llego conmigo a España tenía 5 añitos casi 6, empezó aquí el cole pero ya venía de infantil (allá le llaman prescolar) y yo como buena madre tenía un miedo espantoso del cambio para él, te lo juro que el primer día de cole me temblaban tanto las piernas que me costaba caminar y él ¡pobre! casi hiperventilaba, también se tuvo que llevar un muñeco, Pluti, un pequeño perrito que lo acompañaba desde siempre, su primer gran amigo, la mañana para mí fue agobiante, de las peores que recuerdo pero cuando lo fui a buscar me permitieron ir 15 minutos antes y lo pude ver en el aula, lo que vi me maravillo, un niño completamente integrado, jugando y riendo, disfrutando feliz, con el paso del tiempo y las cosas del destino tuve que cambiarlo de cole a mitad de segundo y vuelta a empezar, tanto él como yo sufrimos y lloramos muchísimo, pensé que con esta no tendríamos tanta suerte, como el cambio era muy repentino la profe me permitió buscarlo antes (esos por si a caso ¿sabes?) y cuando llegue ya no lo pude ni ver, salió su nueva profe asombrada y me dijo vete y ven por él a las dos, este niño parece que tuviera toda la vida aquí ¡es increíble!
Con todo este tostón ¿qué te quiero contar? qué la gran mayoría de los niños tiene una capacidad asombrosa para adaptarse a las nuevas situaciones, tienen miedo, cómo lo podemos tener nosotros, pero no se dejan vencer por ese sentimiento, lo afrontar rápidamente y disfrutan del momento sin pensar más allá ¡gran capacidad que tienen estos locos bajitos! deberíamos aprender mucho de ellos.
Perdón por el tostón José, me ha encantado leerte, siempre me gusta leerte, pero hoy especialmente ¡Comparto!
Gracias a ti! ;)
EliminarLo del exceso de preocupación viene de serie. Supongo que es intrínseco a la condición de padre o madre. Siempre se ha dicho que los niños con de goma. Pero no solo para los golpes, son capaces de amoldarse mucho mejor que nosotros a situaciones que a nosotros nos estresan más de lo debido ;)
Muchas gracias por la visita, y el comentario :-*
Te tengo que dar la razón y decirte que este post es muy bueno, mucho mejor que el de hoy.
ResponderEliminarNo sabes hasta qué punto me siento identificado contigo, no ahora, que ya puedo afirmar que mi hija es de una sociabilidad estándar sino hace un par de años, donde había un poco de dudas. Ratos como ese valen kilates y hacen que todo merezca la pena.
Ya te avisé. Y sin embargo, el otro post tiene el doble de alcance, comentarios y visitas.
EliminarMe alegro de que tu peque ¿superara? esas dudas ;)
Sin palabras..... Lo mejor es dedicarles tiempo y dejarnos llevar
ResponderEliminarPor supuesto. Cada niño tiene si ritmo, su espacio y sus exigencias. Hay que dejarle desarrollarse, y estar siempre ahí para ayudarles, apoyarles y acompañarles. Y para no perdérselo ;)
EliminarBesos