Desde hace unos días circula un
vídeo por las redes sociales que está causando sensación. La enésima estrellita fugaz con sus 15 minutos de gloria, como lo fueron antes el
"La que has liao, pollito", y tantos otros. Esta vez se trata de una pequeña,
Reagan se llama la criatura, de 2 añitos, que se emociona y llora desconsolada viendo unos dibujos animados sobre un pequeño pingüino perdido. Mientras viaja en coche con su familia, su padre no puede evitar grabarla a verla tan emocionada, casi
angustiada, y el resultado es una bomba de
ternura.
El caso es que este vídeo me ha recordado algo que nos pasa últimamente con el pequeño
Luke, así que hoy voy a hablaros sobre el tema de la
empatía. No sé si se trata de un poder de la
Fuerza o no. No es que
Luke se ponga a lagrimear como
Reagan cuando ve algo triste en la tele, pero el
padawan es muy expresivo, y desde ya bastante pequeño le llamaba mucho la atención ver a alguien
triste. Y le afectaba. Si nos ve serios, pregunta –
"¿Estás triste?", con cara de hacer pucheros. E intenta consolarnos. Si ve a alguien
llorando –sobre todo a algún niño– en la tele, pregunta, compungido. Se queda pensativo, apenado, como esperando a que pase el problema. No es ira, ni odio, ni miedo. No lleva al
Lado Oscuro.
Las últimas semanas hemos notado otra situación que le provocaba esa
tristeza, aunque ya se le está pasando. En el colegio tienen algunas horas lectivas en
inglés, y una de las actividades es escuchar en casa un CD con canciones infantiles. Los
padawanes están acostumbrados a estas cosas –desde los 8 ó 9 meses asisten a un centro
Helen Doron de inglés para niños– y es algo que ya solemos hacer. Pero nada más poner el disco del cole,
Luke se ponía mohíno y tristón. Creo que es por una de las canciones, que va sobre calabazas, números, y sus estados de ánimo, y que en una estrofa están triste –
"One little pumpkin crying, crying..."–, y supongo de harán en clase algún tipo de expresión corporal para enfatizar la lección. La cuestión es que
Luke lo recordaba, y le disgustaba. Tras un rato de música y un par de canciones más, se le pasaba y ya
contento, seguía bailando y canturreando con su medio acento.
Y es genial verlos
consolarse entre ellos, cuando alguno está triste. Se dan cariñitos, y se
animan. Lo mismo que cuando, como por arte de magia, llega uno de esos momentos
increíbles en los que empiezan a reírse los dos juntos, cada uno del otro. Es
espontáneo, pasa por alguna tontería, por accidente. O como cuando estamos en plena batalla campal –o casera– de
cosquillas y peleas, jugando con ellos, en manada, y nos irradiamos nuestra
felicidad entre todos.
La suerte es que la
empatía es un canal de la
Fuerza que no discrimina. Para la
alegría y la risa,
Luke y
Leia también son igual de sensibles, y son capaces de echarse a reír como locos en cuestión de segundos, si nos ven felices. La risa y la
felicidad también se contagian. Y llevan al
Lado Luminoso.
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