The Flaming Lips
Hace unos días, en una reunión de viejos y buenos amigos, compartía mantel, copa y piscina con uno de ellos,
músico entre otras muchas virtudes. El
Spotify sonaba de fondo de nuestra charla, cuando le pregunté (él sabe mucho más que yo) cuál era ese grupo que sonaba. Y me habló sobre
The Flaming Lips. Usó una frase que me llamó la atención. La banda de Oklahoma era a la que le gustaría que se hubiera parecido su grupo, los cordobeses
Limousine. Y yo tengo que reconocer que no los conocía. Desde entonces llevo toda la semana escuchándolos, compulsivamente, sobre todo el
"Yoshimi Battles the Pink Robots", discazo de 2002, y el
"The Soft Bulletin", de 1999.
Rock alternativo, rock experimental, psicodélico,
espacial... Suenan
distinto. Y dan espectáculos distintos. Sus shows en directo cuentan con disfraces, globos, títeres, proyecciones de vídeo, complicados juegos de iluminación, manos gigantes, ingentes cantidades de confeti que ya las quisiera Ana Mato, y hasta una burbuja de plástico de tamaño humano con la que
Wayne Coyne, líder de la banda, atraviesa y pasa literalmente sobre los espectadores. Un auténtico show en toda regla. Las letras de
Coyne, y hasta los títulos y colaboraciones, muestran la fascinación por la ciencia ficción y la
space opera, tan de la mano siempre con la subcultura
psicodélica. El grupo arrancó en la década de los 80, con varios LPs y EPs, con sellos independientes, pero el éxito les llegó en 1993 con el
"She Don't Use Jelly", tras firmar con la Warner. Desde entonces, la banda se ha mantenido entre el respeto de la crítica y la supervivencia comercial, lanzando espectáculos y álbumes como el aclamado
"The Soft Bulletin", que ha sido comparado en ocasiones con el
"Pet Sounds" de los
Beach Boys, o el
"Yoshimi Battles the Pink Robots". Han llegado a grabar temas para varias bandas sonoras de película –como la de Bob Esponja–, algún videojuego, y campañas publicitarias. Incluso han llegado a producir y dirigir una
película, y hasta a han conseguido varios premios
Grammy por sus trabajos y actuaciones.
Desde sus inicios
The Flaming Lips no han tenido reparos ni problemas en explorar sonidos y sensaciones fuera de los límites marcados por la tendencia, experimentar con cintas y efectos sonoros de todo tipo. Su tercer disco,
"Telepathic Surgery", de 1989, originalmente iba a ser un
collage de sonidos de treinta minutos. En 1997 lanzaron un álbum experimental llamado
"Zaireeka", que constaba de 4 CDs que están preparados para ser escuchados
simultáneamente. Utilizan desde sonidos más tradicionales hasta otros totalmente excéntricos, como la
música acusmática, o experimentos en aparcamientos, y muchas veces todo se manipula, retuerce y recrea para renacer como algo nuevo, en la mesa de mezclas. Como respondió en una ocasión el mismo
Wayne Coyne en una entrevista:
“si alguien me preguntara que instrumento toco, diría que el estudio de grabación”. En varias giras han tenido que recurrir a
grabaciones para lo que no podía ser tocado en vivo por los músicos, e incluso al uso de auriculares y pequeñas emisoras de baja frecuencia para transmitir a los espectadores todo la
riqueza sonora del show.
La banda también es prolífica en
versiones y homenajes. Participaron en el álbum
"Killer Queen: A Tribute to Queen", y han versionado en numerosos conciertos el
"Bohemian Rhapsody". Lástima que no he podido encontrar ningún vídeo decente de este tema para compartir con vosotros, hubiera sido una buena forma de homenajear el 68 aniversario del nacimiento de
Freddie Mercury que se celebra hoy 5 de septiembre. Han hecho versiones y homenajes a
Black Sabbath y su
"War Pigs", y a
Pink Floyd, lanzando en 2009 un álbum en que versionaban completo el
"Dark Side of the Moon". Y a
The Who, con los que llegaron a tocar en el Albert Hall, con varias versiones.
Y esta versión del
"I am the Walrus" de
The Beatles John Lennon me tiene trastornado.
En 2002, la revista
Q nombró a
The Flaming Lips una de las "50 bandas para ver antes de morir".
¡Feliz #VDLN! ¡Y que la Fuerza os acompañe!
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