No es por ti, es por mí...

Yo soy el que tiene prisa . Yo soy el que tiene el reloj en la cabeza. Tic Tac Tic Tac detrás de los ojos. Yo soy el se pone de los nervios si te pones la camiseta o los zapatos al revés, si no te subes la cremallera, si no te abrochas el botón. Yo soy el que quiere que salgamos ya, el que quiere que estés preparado para salir ya . Yo soy el que se desespera porque tu hermana tarda en acabarse la leche. Porque tu hermano quiere vestirse conmigo al lado. Yo soy el que tarda un segundo de más en darme cuenta y en pedirte perdón por tirarte del pelo al hacerte la coleta . Y en darte un beso para que me perdones, aunque no haga falta . Yo soy el que olvida estas cosas. El que deja que las prisas me hagan olvidar lo que realmente tengo que hacer. Lo que necesitáis. Yo soy el que se olvida de lo importante que es ese Pikachu, ese dinosaurio, esa tarjeta. Lo importante que es irnos al cole con ese muñeco al que agarrarse. Iluso. Yo soy el que no se para a desear de verdad buenos

Mamá

Éste es mi tercer Día del Padre. Y me sigue pareciendo algo increíble, irreal. No el día en sí mismo, que a fin de cuentas es más o menos tan atípico como cualquier otro. En realidad el mérito de días como éste no es mío, yo solo dejo pasar el tiempo, y hago lo que puedo por no 'meter la pata'. El mérito completo de todo esto de la paternidad lo tienen mis pequeños padawanes, y sobre todo mi heroína.
Los pequeños Luke y Leia tienen ya dos años y tres meses. Y en ese tiempo me han enseñado muchas cosas. Sobre todo cosas sobre mismo que desconocía. Yo no era consciente de lo que puede uno llegar a sentir, esos niveles de ternura, que al explicarlos te pueden tildar de ñoño o de bobalicón, ese quedarte minutos tan sólo mirándolos, embobado, enamorado. O la paciencia y la empatía, de las que pensaba que carecía por completo. Ni de esa vigilia constante, ese estado latente de alerta continuo, como subyacente, que te hace sentir como con un sexto sentido arácnido. O la capacidad de hacer, sin la más mínima duda, cosas que durante toda tu vida has tenido por sacrificios. O la memoria de pez, memoria de padre, esa que hace que te olvides a los 3 segundos de todo lo malo, y que sin embargo se queda con los tesoros que te regalan tus hijos en forma de recuerdos. Todas estas cosas, y algunas más, me las han enseñado mis padawanes. Yo no conocía al hombre que soy ahora.

Pero la principal culpable de todo es la madre. Es mi mujer. Y cuando digo que sin ella yo no sería padre, no me estoy refiriendo a lo obvio. Yo la mayor parte del tiempo no tengo ni idea de lo que hago, casi todo es obra del instinto –¿paternal?, ¿maternal?–, y de la improvisación. Yo no he leído manuales, ni 'estivilles', ni 'gonzález', ni 'montessoris'. Yo nunca tuve la inquietud de tener hijos y criarlos. Pero cuando uno encuentra un motor –EL motor– que todo lo mueve, todo es posible, todo funciona.

Sin ella yo simplemente no podría hacer nada. No es yo-con-ella o ella-conmigo, sino un juntos, es un vivir en equipo. Ella me empuja, me marca el camino, me ilumina, y me acompaña. Ella me ha enseñado todo. A ser padre. El sacrificio que no cuesta. El organizarte alrededor de otro universo. El compartir lo que ya es de todos, no sólo el tiempo, también la cama, la mesa, los abrazos, los sueños. El valor de cada hora que paso con ellos. Y no es una maestra dura ni exigente, sino la compañera que comparte todo, y que siendo madre me enseña a ser padre, nos enseñamos. Juntos. Soy padre por ella.

¡Feliz Día del Padre! ¡Y que la Fuerza os acompañe!

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