Llegamos del cole, y ya hay
hambre. Lo normal es que en el corto trayecto a casa mis hambrientos
padawanes me hayan preguntado por lo que hay para comer
entre 4 y 70 veces. A veces aún no está lista la comida y no sé qué contestar, a otras veces sí. Y a veces preferiría no hacerlo porque sé que no les va a acabar de gustar. No se puede vivir a base de helados, galletas y batidos. Y esos días la hora de
la comida se convierte en una pequeña
locura.
Pero también hay días que esa hora de la comida es un
gozada. Esos días en los que nos metemos en faena en
equipo, y
Leia se empeña en ayudarme en la cocina, echando pellizcos de sal a la olla o la sartén mientras
bailamos por Tina Turner,
AC/DC o Tequila. Y luego entre todos ponemos la mesa. Esos días son en los que –casi– todo
sale bien. A veces hasta comen sin tirar el vaso de agua sobre el mantel, o sin
mancharlo todo demasiado, y luego llevan sus platos vacíos de vuelta al fregadero sin tener que pedírselo. Algunos días
Leia incluso me da
las gracias por haber hecho
"la comida tan rica".
Otros, lo de ayudar y pasar un rato genial con
papi en la cocina es imposible. El hambre se come a la diversión. Y a la
paciencia. La mía y la suya. Juntos. No les gusta lo que les encantaba
la semana pasada, las ganas de ayudar y jugar cocinando se esfuman. Exigencias, prisas y un pequeño
mellizogeddon doméstico. Se desata el
Lado Oscuro de la Fuerza. En la mesa
Luke lo único que quiere es sentarse al lado de papi, o que le dé yo la primera cucharada del plato, que la enfríe con un soplido. O comer con una mano apoyada en mi brazo. O que le corte las patatas –ya fritas– más largas, o que haga el
pinopuente, o que el pan tenga forma de
crocopulpo, o... Hay días que el
llanto no nos deja saber qué es lo que quiere.
Berrinche general. Hay días que pierdo. Perdemos todos.
Y el caso es que el tema de la comida y la alimentación no es ningún drama en nuestra
Academia Jedi, ya os hablaré de ese tema en algún otro momento, supongo. Pero esas escasas dos horitas, en la cocina con ellos, y luego en la mesa ya con la
Maestra-Jedi, son un rato al día,
mi rato del día, entre que salen del cole y yo me tengo que ir a trabajar. Y es como
la caja de bombones de Forrest Gump; nunca sabes qué te va a tocar...
Lo que es seguro es que nunca es una comida aburrida :)
ResponderEliminarAl final son más los bombones que nos gustan que los que no jajaja así que siempre es una gozada ver qué sorpresas nos deparan cada día con peques en casa :)
¡Un saludo!
Aburrirme??? Hace 4 años que es imposible aburrirse... xD
EliminarSaludos! ;)
jajaja, que bonita manera de contar una rutina familiar!! Me encanta! estoy segura de que cuando todxs crezcan echarás de menos "ese jaleo"
ResponderEliminarUn saludo :)
Si es que no te haces una idea de lo que da de sí la "rutina" familiar con estos dos terremotos!! ;)
Eliminar