Yo soy el que tiene prisa . Yo soy el que tiene el reloj en la cabeza. Tic Tac Tic Tac detrás de los ojos. Yo soy el se pone de los nervios si te pones la camiseta o los zapatos al revés, si no te subes la cremallera, si no te abrochas el botón. Yo soy el que quiere que salgamos ya, el que quiere que estés preparado para salir ya . Yo soy el que se desespera porque tu hermana tarda en acabarse la leche. Porque tu hermano quiere vestirse conmigo al lado. Yo soy el que tarda un segundo de más en darme cuenta y en pedirte perdón por tirarte del pelo al hacerte la coleta . Y en darte un beso para que me perdones, aunque no haga falta . Yo soy el que olvida estas cosas. El que deja que las prisas me hagan olvidar lo que realmente tengo que hacer. Lo que necesitáis. Yo soy el que se olvida de lo importante que es ese Pikachu, ese dinosaurio, esa tarjeta. Lo importante que es irnos al cole con ese muñeco al que agarrarse. Iluso. Yo soy el que no se para a desear de verdad buenos...
Por entonces ya me iba haciendo a la idea (vaga, pero cercana a la realidad) de cómo iban a cambiar mis hábitos, mis aficiones y mis vicios. Casi desde el principio de esta aventura supimos que no íbamos a tener un hijo, sino dos, lo que producía un vértigo y unas dudas más que razonables sobre cómo nos las íbamos a arreglar. Pero el caso es que cuando todo gira en torno a ellos, se arregla solo. O casi...
Uno de mis vicios era (y sigue siendo, aunque ya abandonado) el de los videojuegos. Sobre todo algunos que requieren mucho tiempo, no los de 'una partidita rápida' o 'aquí te pillo, aquí te mato' (estoy mezclando temas, el subconsciente). Mantenía eternas partidas de 'Civilization', por ejemplo. Y cuando digo eternas me refiero a partidas que podían durar meses, o incluso un año y medio. Participaba en partidas online y en competiciones y en foros dedicados. Hasta mantenía un blog especializado sobre estas partidas y que daba apoyo a esa comunidad. Aquello terminó, pero como herencia me dejó unos cuantos amigos en la red que aún mantengo. Ahora solo echo algún Fifa12 cuando nos visita el sobrino, o reto a mi compañera Vanesa al Apalabrados... Los juegos que hoy ocupan mis mañanas son de bloques de madera de colores, peluches, pelotas de goma, y toboganes, columpios y balancines. Y lo paso pipa. 😃
Civ4: estrategia por turnos para gente con mucho tiempo.
Las series son otra de mis aficiones. Más que las películas, que también. Tenía una lista más o menos extensa, sobre todo thrillers y sci-fi, y seguía muchas al unísono. De vez en cuando tocaba 'maratón'. De Galactica, de West Wing, Fringe, Friends... Es de las pocas cosas que intentamos mantener, dentro de lo posible. Ahora veo menos 'pilotos', hay que filtrar y discriminar, pero al menos caen tres o cuatro episodios cada semana. Los peques están acostados a una hora decente, y normalmente tenemos una horita para ponernos al día de alguna trama. Como diría el Casimiro de mi infancia: "Pequeños infantes, chavales pequeños, se apagan las luces, se encienden los sueños".
Peppa Pig, Dora la cansina, Pocoyo, la Princesa Holly, Ben y el Viejo Duende Sabio, los Fraggles... ¿Os suenan?
Sin duda uno de los hobbies que más se ha resentido con mi paternidad es el de la lectura. Tampoco es que fuera un lector empedernido, pero mantenía el ritmo de un buen número de libros al año. De hecho, ahora mismo tengo abandonado, por segunda vez, 'Festín de Cuervos', el cuarto libro de 'Canción de Hielo y Fuego' (la saga que casi todos conocen por Juego de Tronos). Espero volver a retomarlo. Por el momento mis enanos aún no leen, pero cuando les llegue la hora de los libros, ahí estaremos la Maestra-Jedi y yo.
Todas esas costumbres y aficiones, de hace como un año y medio, a uno le vienen a la memoria por algún detalle absurdo. Hoy, por ejemplo, recordando el tuit que envíe el día que nacieron Luke y Leia, viendo cómo asumía mi despedida del Twitter, y de paso de tantas otras cosas.
Al menos en parte... Tras 527 días, sigo tuiteando y publicando, viendo series, aprendiendo cosas nuevas y recordando viejas. Y lo que haya cambiado en mis hábitos han sido sustituidas por juegos, canciones, paseos y risas. Tras 527 días de aquel 3 de diciembre de 2011. Casi año y medio después.
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