"En un agujero en el suelo, vivía un hobbit. No un agujero húmedo, sucio, repugnante, con restos de gusanos y olor a fango, ni tampoco un agujero seco, desnudo y arenoso, sin nada en que sentarse o que comer: era un agujero-hobbit, y eso significa comodidad..."
Este es el principio de un principio.
'El Hobbit' es el primer libro que recuerdo, pero no el primero que leí. Antes de él había leído ya muchas cosas, como casi cualquier niño: algunos de
Los Cinco, o de
Barco de Vapor, aventuras de
Emilio Salgari, o de
Verne, cuentos infantiles... Pero no recuerdo ninguno de ellos especialmente, sus argumentos, sus personajes, o la experiencia de su lectura. De
'El Hobbit', sí
Y fue
el principio. Tras la historia de
un viaje inesperado para un hobbit contada por
Tolkien, siguieron el resto de obras de toda la saga. Varias veces. Incluso leí y releí
'El Silmarilion' y los
'Cuentos Inconclusos'. La tercera vez (y no fue la última) que leí
'El Señor de los Anillos' lo hice tomando notas, con varios marcapáginas señalando mapas, citas, genealogías, hitos, y con el
'The Real World' de
Faith No More como banda sonora. Una
experiencia completa.
El siguiente paso fue natural e inmediato. Me convertí en
lector habitual, sobre todo de
fantasía épica, ficción histórica, biografías. Desde Asimov a
'Momo' o
'La Historia Interminable', pasando por
'Darkover' o
'Las leyendas de la Dragonlance'. En aquella época uno tenía tiempo para muchas cosas, para explorar gustos y encontrar
hobbies, así que también me aficioné a los
juegos de rol, al
cine fantástico y la animación, a los
cómics, los tebeos, a Tintín, a Asterix, al Teniente Blueberry, a Moebius,... Y empezaron mis primeras tardes con los primeros
videojuegos, aquellos que solo consistían en pixels y lineas, o las arcaicas y encantadoras primeras aventuras conversacionales del
ZX Spectrum 48K, como la de
'El Hobbit', en la que tenías que guiar a Bilbo Baggins por el Bosque Oscuro en busca de
La Desolación de Smaug; Norte, Norte, Abrir puerta, Usar espada,...
La progresión geométrica lógica os dará una idea de cuales son algunas de mis aficiones y
gustos actuales. Creo que cuando algo así te ocurre de pequeño,
te marca en cierto modo para el resto. Creo que si en lugar de con la obra de
J.R.R. Tolkien me hubiera pasado con
'El Principito', por ejemplo, ahora sería
una persona distinta.
Mis pequeños
padawanes tienen la suerte de tener la
madre que tienen. Como buena lectora habitual, y
profesora de Lengua y Literatura, no les faltarán los libros. Suele ser su
regalo preferido –para hacer, se entiende–. Es lo que siempre hemos intentado regalar a nuestros muchos sobrinos postizos.
Cuentos, animales de granja, números y colores, el
abecedario... Recuerdo que el primer regalo que me hizo, cuando empezábamos como pareja, allá por el 2000, fue precisamente una novela,
'Tokio ya no nos quiere', de Ray Loriga.
No sé si conseguiremos que se enganchen al mundo de la
lectura, que tengan inquietud por leer y
aprender imaginando historias y cuentos. No sé si tendrán gustos parecidos a los míos o los de su madre, o si compartirán algunas de nuestras filias y
aficiones. Lo que tengo claro es que, cuando lleguen a la edad adecuada, les marque como a mí o no, yo intentaré que lean
'El Hobbit'.
A mí me hizo
feliz.
¡Que la Fuerza os acompañe!
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